Opinión

Problemas en el paraíso

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Tiro Libre

Anwar Moguel
Novedades Chetumal
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La vena conflictiva y canibalística del perredismo local volvió a hincharse este fin de semana entre dos de sus principales personajes: el líder estatal y diputado plurinominal electo, Emiliano Ramos Hernández, y el ex alcalde de Cancún Julián Ricalde Magaña, quienes aunque se han masticado mutuamente por conveniencia, nunca se han tragado.

Emiliano y Julián encabezan dos “tribus” opuestas dentro del PRD, cuyas asperezas parecían haberse limado gracias a que la alianza PAN-PRD, impulsada por Carlos Joaquín Gonźalez como candidato de lujo, logró quedarse con el premio mayor en las pasadas elecciones.

Todo era amor y felicidad, hasta que Emiliano Ramos, en su carácter de líder del Sol Azteca, fumó la pipa de la paz con el Partido Verde, acordando el desistimiento mutuo de impugnaciones, ya que el PVEM sostenía un recurso contra el gobernador electo, mientras que el PRD hizo lo propio contra el alcalde electo de Cancún, Remberto Estrada Barba.

Este acuerdo político se hizo público a través de un comunicado y fue confirmado tanto por el líder del PAN, Eduardo Martínez Arcila, como por el propio Emiliano Ramos quien en su Twitter destacó el desistimiento del PVEM, pero la acción desató la ira de un Julián Ricalde que no quita el dedo del renglón, y que asegura que no desistirá en la acción emprendida contra Remberto, a pesar de que lo vapuleó en las urnas con una diferencia de más de 30 mil votos.

Julian Ricalde-Twitter1Y es que Julián Ricalde, a pesar de perfilarse como uno de los “hombres fuertes” del próximo gobierno joaquinista, no ha superado el trauma del 5 de junio, cuando pensó que tenía garantizado el regreso al Ayuntamiento cancunense.

Luchó con uñas y dientes por la candidatura, se creyó la historia de que era el mejor y más popular candidato de la alianza PAN-PRD para Cancún, y que los votantes del polo turístico lo esperaban con brazos abiertos. Nunca pasó por su mente que el joven Remberto Estrada le pudiera arrebatar la elección, pero le ganó casi 2 a 1, propinándole una derrota que le pegó en el orgullo.

Desde el principio no aceptó la paliza e impugnó la elección acusando al Verde de haber realizado estrategias ilegales y una masiva compra de votos.

El problema es que, aunque algo hay de cierto en los señalamientos del candidato derrotado, difícilmente alguna autoridad electoral le dé la razón, porque no perdió por cien, o por mil o por cinco mil votos. Perdió con 30 mil votos de diferencia.

Emiliano Ramos sabe que esta impugnación no se ganará y quizá por eso decidió pactar con el PVEM, pero en el proceso le pisó los callos de la vanidad a su bigotón correligionario desatando ooootro conflicto dentro de las filas perredistas, para no perder la costumbre.

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