Tiro Libre
Anwar Moguel
Dando muestras de que la demagogia también se le da, el recién registrado pre candidato a la diputación federal en el Distrito 01 por el PRI, José Luis “Chanito” Toledo Medina, presume en su discurso un supuesto proyecto de “ciudadanizar la política” a pesar de su imposibilidad congénita al ser él mismo un producto plástico del sistema.
Chanito no puede ni nunca podrá ser un agente de cambio en la política de Quintana Roo porque su carrera política está hipotecada con el grupo político que lo impulsa, porque sus intereses no responden al pueblo sino a quien lo llevó a la presidencia del Congreso local y ahora a la candidatura a la diputación federal.
Chanito no puede ciudadanizar la política porque para ello se requiere de un ciudadano, ajeno a las grillas y a la partidocracia y en contacto directo con el sentir de la gente común. Se necesita a una persona que entienda que su papel es representativo de la voluntad popular y no de una élite empresarial y política.
Chanito es un político, formado en el PRI desde muy joven con la conocida ideología de la nueva/vieja escuela Tricolor, y su percepción está lejos de la cualquier quintanarroense de a pie, lo que dejó claro en su breve paso como legislador local al avalar y promover la polémica ley “antimarchas” y apoyar públicamente en sus redes el cambio de huso horario a pesar de que ambos temas fueron rechazados por el grueso de la ciudadanía.
Por esa razón, el proyecto de “ciudadanizar la política” que está manejando como bandera de campaña no es más que una estrategia de marketing político para venderlo como candidato a las masas, porque una vez llegando a la curul será más de lo mismo. Claro ejemplo de esto la han dado sus correligionarios Raymundo King y Lizbeth Gamboa, quienes dieron la espalda a sus representados una y otra vez, ganándose justificadamente el desprecio de sus paisanos chetumaleños.
Que nadie se engañe entonces. La ciudadanización de la política que pregona Toledo Medina es solo publicidad. Falsa, pero publicidad en fin.
