Opinión

Son las formas, Pedro

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Tiro Libre

Anwar Moguel
Novedades Chetumal
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El albergue estudiantil “Casa del Campesino” de Chetumal se convirtió este miércoles en un campo de batalla entre empleados de la Secretaría de Desarrollo Rural, que encabeza el morelense Pedro Pérez Díaz, y el personal y estudiantes del lugar, que azuzados por la eterna directora del albergue, Guadalupe Rosado Pat, intentaron oponer resistencia al cambio de administración del sitio.

La renovación de la administración de la Casa del Campesino era bola cantada, tanto así que su directora desde fines de septiembre dejó claro que darían batalla porque no pensaban ceder tan fácilmente sus puestos de trabajo, esto después de que el nuevo gobierno cerrara la llave para pagar el sueldo de sus 15 trabajadores.

guadalupe-rosado-pat1Y estaba claro que, tras casi dos décadas de encabezar la Casa del Campesino, Guadalupe Rosado no iba a doblar las manos tan fácilmente, porque como ella misma ha dicho, han sido años de esfuerzo en mantener funcionando ese albergue a pesar de muchas circunstancias adversas.

Finalmente el miércoles fue despedida, y ese mismo día una decena de empleados de la Sedaru se apersonaron en la Casa del Campesino para tomar el control del lugar, provocando una lógica resistencia de los estudiantes que reclaman se queden las mismas personas que los han atendido siempre.

Tras su despido, Guadalupe Rosado tronó en una entrevista telefónica realizada por José Ángel Muñoz en su emisión de noticias de nuestra casa editorial, Grupo Sipse, acusando malos tratos de las autoridades de la Sedaru y del propio Pedro Pérez Díaz, quien sin agua va le dijo que ya no era más la directora del lugar.

Rosado Pat no es una perita en dulce. Su personalidad es combativa, característica de esas líderes de la grilla de antaño que no se dejan de nadie y que no acostumbran callar cuando las cosas no les parecen. La prudencia tampoco se cuenta entre sus virtudes.

Como era de esperarse, reventó contra Pedro Pérez Díaz, de quien dijo que primero le jugó el dedo en la boca porque recibió sus propuestas para solucionar la problemática de la Casa del Campesino y le prometió darle una respuesta en ocho días, lo que no cumplió.

Guadalupe Rosado dijo que Pedro Pérez dejó de contestarle las llamadas, y cuando se apersonó en las oficinas de la Sedaru el pasado miércoles, la mantuvieron “encerrada” por más de dos horas, antes de notificarle que ya no era más la directora del albergue.

La reacción airada de Guadalupe Rosado es natural, porque si bien es cierto que ha ocupado ese puesto desde el gobierno de Mario Villanueva Madrid, también consta a los chetumaleños que ha hecho circo, maroma y teatro para conseguir los recursos para mantener el albergue, pues recibe un subsidio ínfimo por parte del gobierno.

La directora del albergue ha sudado por años ganándose su permanencia, y lo menos que podría hacer el nuevo titular de la Sedaru, era respetar su trayectoria, reconocer su esfuerzo, y darle una salida digna.

Pedro Pérez debió cuidar las formas. Debió tratar el asunto con todo el tacto del mundo si ya había decidido el relevo en la Casa del Campesino para no afectar ni a los trabajadores de tropa ni al estudiantado.

Pero no fue así. Por testimonio de la directora, de trabajadores del albergue que prácticamente quedaron en el desempleo, y de los propios estudiantes, los funcionarios que tomaron por asalto el lugar el pasado miércoles lo hicieron con prepotencia y soberbia, haciendo saber que ellos son los que mandan y punto.

En lugar de Guadalupe Rosado, Pedro Pérez impuso a la dos veces ex regidora morelense Amparo Catzín Chuc, ex priista como el propio secretario, y que en 2011 fue sujeta de una inhabilitación por supuesto daño patrimonial durante la gestión del ex alcalde de José María Morelos, Otto Ventura, periodo en el que ella fungió como segunda regidora.

Pedro Pérez tiene la facultad de realizar movimientos, sí, pero tiene que cuidar las formas para no generar escándalos que en nada abonan a la imagen del nuevo gobierno. Tache para el secretario.

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