Opinión

Quintana Roo: estratégico para 2018

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Tiro Libre

Anwar Moguel
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Con la mirada fija en un horizonte nada lejano, Manlio Fabio Beltrones Rivera, dirigente nacional del PRI, y su homólogo panista, Ricardo Anaya Cortés, están metidos de lleno en la contienda por la gubernatura en Quintana Roo que se disputan el priista Mauricio Góngora Escalante y el ex priista Carlos Joaquín González, pues ambos saben que esta entidad caribeña puede ser el factor “X” en 2018.

Territorio priista histórico, el voto quintanarroense no ha pesado en las últimas elecciones presidenciales, en parte porque el padrón electoral no es tan abultado al tener uno de las poblaciones más bajas del país, y en parte porque en los últimas dos elecciones ha resultado ganador en la entidad Andrés Manuel López Obrador, quien no ha logrado cumplir su sueño de ser presidente de la República.

Tanto Manlio Fabio como Ricardo Anaya tienen claras intenciones de ser candidatos a la presidencia en 2018, aunque para ser honestos no la tienen nada fácil.

Ricardo Anaya, quien en todas las encuestas de panistas aparece muy por debajo de Margarita Zavala -esposa del ex presidente Felipe Calderón- y del polémico gobernador poblano Rafael Moreno Valle, está aprovechando su puesto y el tiempo de televisión y radio “gratuito” que las leyes electorales conceden a los partidos para promocionar su imagen de manera intensa, esperando con ello meterse a la pelea por la candidatura.

En los estados ha tejido una red de apoyo favoreciendo la llegada a las dirigencias locales de sus incondicionales, como lo hizo en Quintana Roo con el gris dirigente Eduardo Martínez Arcila, ahora con licencia, quien ganó la presidencia estatal del blanquiazul a pesar del rechazo de gran parte de su militancia.

Por su parte Manlio Fabio tampoco la tiene fácil, porque en este momento lo superan en popularidad varios priistas como Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray Caso y Eruviel Villegas, pero al líder Tricolor no se le puede descartar.

Beltrones ha declarado públicamente que no está pensando en la candidatura -AMLO hizo lo mismo con su “denme por muerto”- e incluso ha dicho que está prohibido pensar en el 2018, pero sus hechos dicen otra cosa.

Manlio Fabio está preparándose para ser candidato. Desde la dirigencia nacional, ha emprendido una campaña inteligente de posicionamiento de imagen a través de las redes sociales, evitando caer en la tentación de sobreexponerse en la radio y televisión, pero su principal estrategia es fortalecerse políticamente desde los estados.

Ha demostrado particular interés en Quintana Roo, donde fue el que cocinó a fuego lento la candidatura de Mauricio Góngora Escalante, el que envió a Manuel Andrade como delegado para operar la campaña, y el que desde las alturas lleva los hilos de las acciones proselitistas del candidato priista.

Beltrones y Anaya anticipan unas elecciones cerradísimas en 2018, donde cada punto valdrá oro, y el medio millón de votos que aporta Quintana Roo –descontando la tasa tradicional de abstencionismo– puede inclinar la balanza para uno u otro lado.

El plan de ambos es lograr que sus candidatos lleguen a la gubernatura para garantizar el control político de la entidad, y desde allí desarrollar una estrategia de posicionamiento con el propósito de arrebatarle la victoria en las urnas a López Obrador, que será candidato a la presidencia por tercera ocasión.

En esa pulseada Manlio Fabio lleva ventaja sobre Ricardo Anaya, porque los momios dan como favorito para ganar la gubernatura a Mauricio Góngora, fortalecido por la robusta estructura priista.

En cambio, la mayor debilidad de Carlos Joaquín es su matrimonio por conveniencia con el PAN y PRD, cuyas estructuras no se comprometen con el proyecto del ex priista y lo han dejado algo abandonado, incluyendo los panistas, que tienen sus propios intereses a nivel local y que no se han disciplinado ni con los regaños que propina Anaya.

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