Opinión

¿Quién resucitará al PRI?

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Tiro Libre

Anwar Moguel
Novedades Chetumal
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A punto del desahucio, el PRI en Quintana Roo sigue en estado catatónico desde la paliza que recibió en la contienda por la gubernatura en aquella jornada “triste” del 5 de junio, y a pesar de que han pasado meses no ha atinado a responder con una necesaria reconstrucción que les permita, por lo menos, sobrevivir a los malos tiempos.

En los hechos, el Tricolor no tiene rumbo en el estado, pues el todavía dirigente, Raymundo King de la Rosa, no cuenta con un liderazgo efectivo al no gozar del respeto ni del aprecio de sus militantes, que a voz en cuello exigen un cambio tanto en la dirigencia estatal como en las municipales.

En medio de este turbulento panorama el PRI recibirá la visita este viernes de su presidente nacional, Enrique Ochoa Reza, quien tendrá un supuesto encuentro con la militancia priista al mediodía en Cancún, en una cita que no será solo de cortesía, sino que parece la antesala de una obligada cirugía plástica para el partido en el estado.

Porque el PRI nacional, que enfrenta sus propios problemas con un Presidente de la República hundido en el descrédito y que ha roto el récord de impopularidad, arrastrando al partido al abismo, tiene muy claro el panorama desastroso que dejó el ex gobernador Roberto Borge Angulo no solo en el estado, sino también en el Tricolor, al que moldeó a su imagen y semejanza.

Pero la cirugía que requiere el partido para levantarse de la lona es muy complicada, y una mala operación podría comprometer aún más su estado de salud.

En los últimos doce años el PRI tuvo como comandantes a los cozumeleños Félix Arturo González Canto y Roberto Borge Angulo, quienes si bien mantuvieron por más de una década al partido en la cima del poder, al mismo tiempo con sus acciones prepararon el camino hacia su declive.

borge-y-felix2Hoy, los grupos políticos que crecieron bajo el manto del felixato-borgismo, están a la zaga esperando mantener el control del partido, con fuertes contendientes en la mayoría de los municipios y, por supuesto, para la presidencia estatal.

Sin embargo otros actores han entrado a escena jugando rudo, entre estos se encuentra el también ex gobernador, Joaquín Hendricks Díaz, quien pretende quedarse con el timón del partido, a través de algún discípulo.

La lista de aspirantes para dirigir el PRI es sumamente larga: desde el ex candidato a la gubernatura, Mauricio Góngora Escalante, hasta “Chanito” Toledo Medina, pasando por otros cuadros como Eduardo Ovando Martínez, Mario Machuca Sánchez, entre otros, que creen tener los elementos para curar al enfermo.

Sin varitas mágicas ni recursos milagrosos, ninguno de los aspirantes a dirigir el PRI garantiza resucitar al dinosaurio, cuyo destino está en las manos del gobernador Carlos Joaquín González.

Así de simple: la supervivencia del prehistórico partido en Quintana Roo depende de la decisión que tome el gobernador, de origen priista pero en el exilio, quien puede optar por aplastar lo que queda del reducido partido, o de influir en la toma de decisiones utilizando sus poderosos contactos a nivel central mientras maneja los hilos a su antojo en el ámbito local.

A tres semanas de que tomó la gubernatura, Carlos Joaquín se ha hecho del control político absoluto en la entidad, rompiendo los vaticinios de que enfrentaría una férrea oposición de sus enemigos políticos desde los otros dos poderes y las alcaldías.

El PRI tiene una dependencia natural al gobernador, sobre todo en Quintana Roo. No entienden su existencia sin esa figura todopoderosa que dicte el rumbo. Si Carlos Joaquín quiere echarse al Tricolor a la bolsa para conseguir sus fines políticos, el dinosaurio tiene una posibilidad de resucitar en el mediano plazo, con un liderazgo afín al mandatario y con nuevos grupos que tomen el mando en los municipios.

Es muy probable que la mano del gobernador se deje sentir en la próxima renovación de dirigentes del Tricolor. Al tiempo.

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