Tiro Libre
Anwar Moguel
Novedades Chetumal
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La relevante reunión que sostuvo este martes el gobernador electo de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, con el presidente Enrique Peña Nieto en la residencia oficial de Los Pinos, desató la ira de los odiadores –“haters”, como se les conoce en el mundillo virtual de la Internet– profesionales que soltaron litros de veneno en las redes sociales criticando el encuentro en su papel de jueces implacables.
El juicio fue sumario: las eminencias de Facebook determinaron al ver las fotografías oficiales del encuentro, con un sonriente Carlos Joaquín saludando al presidente, que son más de lo mismo, que tienen un pacto oscuro, que el cozumeleño fue a agradecerle por haberlo puesto en la gubernatura, que esto y que lo otro. Bueno, la ignorancia política y el odio fueron tales, que no faltó quien le sugiriera al gobernador electo mentarle la madre al presidente de parte de los quintanarroenses.
Los lazos entre Carlos Joaquín y Peña Nieto son innegables. No se puede borrar el pasado de un plumazo, y el gobernador electo formó parte del equipo de transición del presidente, y después ocupó un cargo en su gabinete. Aunque no fue de su primer círculo, siempre hubo una relación cercana, respetuosa y cordial que sin duda se mantiene hasta la fecha.
De hecho, en el momento de su deserción del PRI provocada por los obstáculos que le pusieron en el camino para evitar que alcanzara la candidatura Tricolor a la gubernatura, el cozumeleño lanzó duras palabras contra su ex partido, pero reiteró su agradecimiento y respeto al presidente.
Lo mismo ocurrió durante su campaña. A pesar de abanderar a dos partidos opositores al PRI, jamás criticó directamente a Peña Nieto ni a sus políticas más polémicas, como las reformas estructurales, sino que concentró su artillería contra Roberto Borge Angulo capitalizando el enojo de la población en contra del aún gobernador a su favor.
Al parecer, su cuidadoso actuar rindió frutos, pues fue uno de los primeros gobernadores electos que fue invitado a reunirse con el presidente y que tuvo la oportunidad de exponerle sus proyectos e intenciones para el estado, lo que sin duda es positivo.
La invitación del presidente conlleva además un picoso mensaje político, al tender la mano a Carlos Joaquín, mientras que al mismo tiempo ha marcado distancia con Roberto Borge Angulo.
Y es que, aunque los odiadores de Peña Nieto y todo lo que huela a PRI se rasguen las vestiduras y pontifiquen, el hecho es que para garantizar una administración gubernamental exitosa es necesario contar con el apoyo y respaldo de la presidencia, ¡y vaya si Carlos Joaquín va a necesitar toda la ayuda posible!
A Enrique Peña Nieto le restan dos años en el poder, el mismo tiempo que tendrá Carlos Joaquín para consolidarse en el gobierno estatal, y eso lo logrará solo con resultados, acciones tangibles y medibles por la ciudadanía.
Con las finanzas estatales comprometidas por la losa de la colosal deuda pública, el único medio para cumplir con las promesas realizadas es trabajar coordinadamente con el gobierno federal. No hay de otra, y eso lo saben hasta los aliados panistas y perredistas del gobernador electo.
Pero para los furibundos jueces de las redes, toda alianza con el presidente priista es simplemente un acto inaceptable, casi casi de traición al pueblo. Ni hablar.
La incógnita del Informe
¿Se presentará el gobernador Roberto Borge Angulo a su último Informe de Gobierno el 7 de septiembre? La respuesta a esa pregunta sigue en el aire, pero todo indica que no.
Para estas fechas, en años anteriores, todo estaba a punto para la celebración del Informe con toda la pompa que los caracteriza, incluyendo la confirmación de los invitados especiales. Por eso llama la atención que a menos de 15 días de la fecha elegida todavía no se defina el formato a seguir, ni si habrá o no eventos públicos con la presencia del mandatario saliente.
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