Tiro Libre
Anwar Moguel
Novedades Chetumal
.
Uno de los padecimientos crónicos de la magullada democracia mexicana es la falta de una verdadera representación ciudadana en las instancias del gobierno, principio fundamental de la república, pero que en los hechos no funciona por la dictadura de los partidos políticos sobre nuestro sistema político nacional.
El concepto de partidocracia –el poder reside en los partidos– se ha consolidado en México, a pesar de que nuestra nación presume una falsa democracia por el simple hecho de tener elecciones libres, que no lo son tanto porque aunque cualquier ciudadano mayor de 18 años de edad tiene el derecho de votar y ser votado, en realidad son los partidos los que ponen y disponen que figuras ostentarán los cargos de “representación popular” para cuidar los intereses particulares de esa fuerza política.
Este sistema corrupto, enquistado hasta la médula del quehacer político en nuestro país desde hace más de 80 años, ha permanecido indemne a pesar de los esfuerzos de ciudadanos y organizaciones por abrir el abanico, aunque se ha logrado dar algunos pasitos de bebé en el rumbo correcto.
Las leyes de transparencia y las reformas electorales que dieron apertura a que candidatos independientes -con todo y sus mil escollos- contiendan en las elecciones, son claro ejemplo de estos avances, pero aún falta un mundo por recorrer para llegar a ser una democracia con todas las de la ley.
En este sentido, la presentación pública de una agenda legislativa realizada a partir de inquietudes y propuestas ciudadanas es un paso hacia adelante en materia de representatividad digno de reconocer, más allá del enorme desafío que representa para los diputados locales.
El documento presentado por la XV Legislatura el pasado miércoles no tiene precedentes en la historia reciente del estado, y aunque se queda corto por el hecho de que no se establecen objetivos claros y las propuestas son muy vagas, es evidente que sí recoge los grandes temas de interés ciudadano, como la eliminación del fuero y otros privilegios del gobierno, la transparencia en el uso de los recursos económicos, la reestructuración orgánica del Congreso local, y hasta el peliagudo tema de los diputados plurinominales.
Al plasmar todo esto en papel y exponerlo a los quintanarroenses, el Congreso local está asumiendo un compromiso abierto de que todos estos temas serán abordados por la Legislatura para la creación de leyes, poniendo a los diputados bajo la lupa.
El reto para los legisladores es mayúsculo, porque su desempeño será medido en función del avance o estancamiento de las agendas propuestas por cada bancada, muchas de las cuales son tan amplias y ambiciosas que quedarán sólo como un cúmulo de buenas intenciones.
Los diputados del color que sean están obligados a dar resultados, pues ahora los quintanarroenses tenemos un documento con el que podemos cuestionar, exigir y evaluar su trabajo con base en los parámetros definidos por ellos mismos.
Puntos señalados como prioritarios en la agenda legislativa como la reducción de regidores -tiro en el pie para los partidos, que lucran con estas posiciones en los ayuntamientos-, el establecimiento de la segunda vuelta electoral, la desaparición de la Gran Comisión, reformas de las leyes de transporte público y urbano, reducción de los salarios de funcionarios de gobierno y el castigo a los actos de corrupción, difícilmente lograrán aterrizar en los poco más de dos años que le restan a la actual Legislatura, sobre todo si consideramos la coyuntura electoral del año entrante.
Para los diputados que tienen aspiraciones cantadas para el 2018, la agenda de sus partidos puede ser un pesado grillete, porque su productividad será medida en función a ésta.
En cualquier caso, una agenda creada a partir del reclamo social es un primer ladrillo en la construcción de un sistema político que recupere el poder para la ciudadanía. Eso, bajo cualquier óptica, es un acierto de esta Legislatura.
