Opinión

Rosa Elena en su país de las maravillas

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Tiro Libre

Anwar Moguel
Novedades Chetumal
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Como una humillante bofetada fueron recibidas las “alegres” declaraciones de la titular de la Secretaría de Desarrollo Económico (SEDE) del estado, Rosa Elena Lozano Vázquez, sobre la situación económica en el sur de la entidad, que a su parecer va viento en popa, mientras que el empresariado local se queja de un panorama cada vez más oscuro y los ciudadanos resienten en los bolsillos la profunda crisis de la capital y sus alrededores.

En reciente entrevista la funcionaria fue cuestionada sobre los informes presentados por las agrupaciones empresariales de Chetumal en el que se plasma el cierre masivo de negocios en los últimos meses, situación que Lozano Vázquez negó sin empacho e incluso aseguró que se han abierto más empresas de las que han cerrado. Vaya, hasta se atrevió a lanzar una cifra completamente fantasiosa al afirmar que hasta el cierre de 2017 la SEDE tenía en sus registros la apertura de al menos 500 empresas tan solo en Othón P. Blanco.

La pregunta que todos nos hacemos es: ¿y dónde están esas empresas? Porque al menos en Chetumal cada día vemos más negocios bajando las cortinas, mientras que las inauguraciones son raros acontecimientos.

Pero Rosa Elena Lozano no está consciente de esa realidad; por el contrario, ella vive en un mundo alterno maravilloso -y fantástico, por supuesto- donde el desarrollo económico fluye sobre rieles aceitados en el sur; donde los empresarios no sufren dificultades, ni los ciudadanos carencias; donde el empleo abunda y el circulante se derrama fertilizando el crecimiento de nuevos comercios.

O es eso, o simplemente la funcionaria optó por soltar cifras maquilladas para disimular su pésima gestión al frente de esa dependencia que, en teoría, es la encargada de estimular la economía local impulsando programas de apoyo al empresariado y pugnando por generar la condiciones tan exigidas por los emprendedores para invertir con certeza.

En el mundo real, en el que todos los chetumaleños vivimos, notamos con preocupación una crónica decadencia de nuestra antes próspera ciudad; somos testigos del acoso incesante que sufren pequeños y medianos empresarios por parte de los tres niveles de gobierno que los bombardean con pagos de impuestos, licencias, permisos, multas y cuanta cosa se les ocurra, fomentando la informalidad.

También vemos que la corrupción sigue siendo el gran mal de la burocracia, pues buena parte del dinero que se destina a impulsar proyectos productivos se queda en manos de “gestores” anidados en las oficinas de la SEDE que piden hasta un 30 por ciento a los solicitantes, o mejor aún, buscan “prestanombres” para obtener recursos que nunca son invertidos en realidad.

Esto tiene que cambiar, y el cambio debe empezar por la propia titular de Desarrollo Económico, que para empezar a cumplir con su trabajo como es debido debe salir del país de las maravillas que ha construido en su imaginación y reconocer la gravedad de la crisis económica del sur.

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