Opinión

Negocios de familia en Chetumal

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Chetumal, 7 de marzo
Ángel Solís

Decepcionados por la promesa de un cambio que no termina de llegar, los habitantes de la capital quintanarroense salieron en 2018 a darle su voto a un candidato a la presidencia municipal que ni siquiera sabían cómo se llamaba, que edad tenía y que proyecto de gobierno proponía para esta golpeada ciudad; en fin, la cuarta transformación llegó a Chetumal cargada de decepciones y fracasos.

Es un hecho que tanto Don Hernán Pastrana Pastrana y familiares desde antes de la campaña ya conocían los problemas de salud que presentaba por su avanzada edad, ya que incluso tuvo tres señales de alerta en plena campaña por lo cual solo salía a caminar unas cuantas calles y daba por terminado su día de proselitismo. Aún así, arrasó en la contienda gracias al “efecto AMLO”.

Anticipándose a lo que pudiera suceder, en conjunto con Otoniel Segovia Martínez, su “hombre de confianza”, Hernán Pastrana diseñó un plan para que ante su ausencia o retiro total la presidencia municipal y los más de 500 millones de pesos de presupuesto se queden en casa, colocando a Segovia Martínez en la suplencia y a José Luis Murrieta Bautista, yerno de Otoniel, en la primer regiduría, cerrándole el paso a cualquier extraño a la silla municipal. Por cierto, es curioso que ninguno de los tres mencionados estaban afiliados a Morena, ya que incluso el alcalde fue registrado como candidato externo.

El siguiente paso fue eliminar a toda persona con experiencia y capacidad del equipo que acompañó a Don Hernán en campaña, con eso quedaron fuera y ni las gracias le dieron a mujeres y hombres que habían apostado su confianza al proyecto de la cuarta transformación.

En cambio, colocaron en lugares claves del Ayuntamiento a personajes sin experiencia pero incondicionales a Otoniel Segovia, como los hermanos Cruz Martínez e incluso primas de Murrieta Bautista.

Con todo ese plan perverso tramado meses atrás, este jueves 7 de marzo finalmente este hombre que no representa nada ni a nadie, ni cuenta con relaciones con personajes del gobierno estatal o federal, estaría tomando el poder para seguir hundiendo el Ayuntamiento, tal como lo venía haciendo su yerno el “joven” Murrieta.

El municipio de Othón P. Blanco se ha convertido en una universidad del delito, donde administración que llega inventa refinanciamientos, contratan  y pagan obras o servicios millonarios que no terminan instalando y usando el pretexto de que los que pasaron se llevaron todo, amasan fortunas que hacen que la mayoría termine convirtiéndose en prósperos empresarios, mientras la ciudad se termina de ahogar en la basura.

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