Opinión

Los apuntes de Morena tras golpe electoral

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Tiro Libre

Anwar Moguel
Novedades Quintana Roo

Aunque en público han dicho poco, los referentes y líderes tribales del partido lopezobradorista en Quintana Roo tomaron nota de la lección electoral que el PRI le dio a Morena en los estados de Hidalgo y Coahuila, donde los guindas no vieron lo duro sino lo tupido, en un proceso en el que se impuso el dominio territorial de los gobernadores sobre la amplia popularidad del presidente de la República.

Fuentes internas de Morena en el estado aseguraron a este columnista que esta derrota, sobre todo por lo contundente e inesperada, cimbró al partido a nivel nacional y local porque se dieron cuenta que no basta con portar la camiseta guinda para garantizar el triunfo, sobre todo en las próximas elecciones de 2021 y 2022 en las que López Obrador no estará en las boletas.

La consecuencia inmediata de este sacudón político fue que los cabecillas de las aguerridas facciones morenas en el estado realizaron una suerte de pacto de no agresión para evitar seguir fracturando al partido, pues en el recuento de los daños del pasado domingo se culpó a la falta de unidad y la ausencia de liderazgos del desastroso resultado obtenido.

Valoraron, me narran, que en Quintana Roo hay un gobernador ajeno a su partido tal como en Hidalgo y Coahuila, y que si bien es cierto que Carlos Joaquín ha sido cauto en su intervención política en las elecciones y ha mantenido una relación en extremo cordial con Andrés Manuel López Obrador, sería ingenuo pensar que no piensa jugar con todas sus fichas en su sucesión, sobre todo después de que la vulnerabilidad de Morena quedó expuesta.

Los efectos de ese alto al fuego interno ya se están dejando ver; cesaron los ataques de unos contra otros (Marybel vs Mara, Pech vs Marybel, etc.) y los aspirantes tanto al 21 como al 22 han tejido canales de comunicación para empezar a construir alianzas y compromisos.

Además, hay ya un amplio acuerdo para respaldar a su próximo dirigente nacional -afirman que será Mario Delgado- quien tendrá las difíciles tareas de realizar la renovación de la dirigencia estatal, tan necesaria como ya se vio para enfrentar las elecciones, de construir las alianzas partidistas con el PT y tentativamente con el Verde, y sobre todo de definir a los candidatos a las 11 presidencias municipales y a las cuatro diputaciones federales en juego.

Lo más complicado será mantener la paz tribal durante el “reparto” de posiciones y ejecutar las acciones quirúrgicas para cerrar las cicatrices que queden en el proceso, lo que no será nada sencillo en un partido con ADN caníbal en el que las alianzas y acuerdos suelen ser temporales y la unidad se sostiene con chinchetas.

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