Opinión

La patria desvirgada

Google+ Pinterest LinkedIn Tumblr

Tiro Libre | Anwar Moguel
Novedades Chetumal

patria_desvirgadaNo se merecía este trato. Apenas recién nacida sufrió una violencia indecible que la predestinó a un destino de pobreza, donde unos pocos creyéndose sus dueños por derecho hicieron con ella lo que quisieron. La utilizaron. La golpearon. La prostituyeron.

Su soberanía fue violada una y otra vez, y no solo por enemigos extranjeros que solo querían una parte de su belleza, sino por sus mismos “hijos” que, obnubilados por la ambición y el poder, la sometieron a sus más bajos deseos.

Pese a todo, la patria creció y se hizo fuerte. Tenía un espíritu de hierro alimentado por millones de herederos de la raza de bronce que la hizo no darse por vencida y encarar al futuro. Le sobraba belleza, la cual mantuvo a pesar de los abusos que sólo podían percibirse en su mirada triste, ese tipo de mirada que conocen nada más los que han experimentado el dolor y sufrimiento de primera mano.

Era tal su fortaleza, que aún ultrajada una y otra vez, su pensamiento era virginal. Creía en su futuro, creía en el porvenir y creía en sus gobernantes. Creía…

Ya no cree más. Su fortaleza se quebró en los últimos años como nunca antes y su virginidad fue arrancada de tajo, sin piedad. Y la patria sangró, tanto que todos sus ríos y lagos podrían teñirse de rojo con el vital líquido derramado por miles y miles de sus vástagos. Mexicanos todos, sin distinción de malos y buenos, de héroes y villanos.

Con la inocencia perdida, la venda que tapaba sus ojos cayó y se dio cuenta que su celebrada independencia es un simple mito, que sus riquezas y bellezas nunca han sido suyas, y que por eso no tiene nada que celebrar.

Que nació por la ambición de unos cuantos y que creció por la codicia de unos otros. Notó que tiene todo para ser feliz, pero ha vivido siempre en depresión.

Dejó de creer en un futuro glorioso y abandonó sus sueños de grandeza que abonó durante muchos años de palabras bonitas -pero falsas- de aduladores que la enamoraban, para después arrebatarle todo lo que podían cuando les entregaba su vida y su destino. Los encumbró, los apapachó, y ellos, como viles desalmados, se aprovecharon de la situación.

Su fe ha muerto y su esperanza está casi desahuciada, pero ese sentimiento de desolación está mutando, lentamente, a una ira ardiente contra aquellos que la han dañado; contra aquellos que le arrebataron la inocencia, y su belleza, y sus riquezas.

Este 16 de septiembre fue diferente. Hubo más enojo que alegría. Hubo más reproches que vivas, evidenciando que la patria ya no es la misma inocente y crédula de antes. Tiene miedo, pero está empezando a alzar la voz, está empezando a defenderse de quienes la oprimen.

La patria somos tú y yo. Somos todos.

Escribe una opinión

eleven + six =