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Arlet, herencia nociva para Mauricio

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Chetumal, 31 de mayo
Anwar Moguel

En la historia política de Quintana Roo y sobre todo de la capital del estado, no había existido una candidata priista más repudiada y con tantos negativos en su contra como la política de origen veracruzano, Arlet Mólgora Glover, a la cual en un lapso tres años le han construido una carrera que ha dejado a su paso fracturas en diversos grupos, consecuencia de que muchos políticos con verdadera trayectoria en el PRI han sido pisoteados en su ascenso.

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De 2013 a la fecha, en Chetumal, ha ocupado prácticamente todos los cargos de elección, sin importar que no representa ni pertenece a ningún grupo político del sur del estado y mucho menos cuenta con equipo o estructura propia. Todo se lo han dado, y hasta el momento no ha respondido a nada con resultados positivos.

Arlet, se ha acostumbrado a ser la consentida del Tricolor, y que todos sus errores sean resueltos por el gobierno estatal. Una clara muestra de esto se dio con aquel polémico video que se hizo viral en las redes sociales, donde un niño reclamó la promesa incumplida de la entonces diputada local de ayudar a su padre con una operación para solucionar problemas de la vista. Tras la exhibida, la diputada hizo que la Secretaría de Salud, con los impuestos de todos los quintanarroenses, cubriera la operación para cumplir con su promesa.

Othón P. Blanco atraviesa el peor momento de su historia.  En los últimos 12 años lo han dejado morir, con deudas que tienen maniatado al Ayuntamiento al punto de lo insostenible. Chetumal es la capital con más regazo y abandono de todo el país, y no está para ser dirigida por personas improvisadas que no tienen ni idea de los problemas y la situación del municipio.

En el PRI saben que Arlet está perdida en la zona urbana del municipio (de cada 10 votos, unos 8 están en su contra), por lo que replicará la misma estrategia que ocupó en su campaña a la diputación federal en el 2015: el acarreo y la compra de votos en la zona rural.

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La candidata Tricolor se promociona como experta en finanzas publicas, conocedora de la situación del estado y de la deuda municipal, pero quedó en evidencia de que su discurso es puro cuento chino, pues al ser cuestionada de una cifra que debía tener en la mente si pretende gobernar el municipio, que es la cantidad de deuda que arrastra el Ayuntamiento y el presupuesto anual del mismo, no tuvo ni idea.

Así las cosas, el peor error que cometería el PRI el próximo domingo 5 de junio sería imponer a Arlet en la presidencia municipal con triquiñuelas como la compra de votos y otros métodos que dominan a la perfección, ya que estarían heredándole más problemas a su candidato a Gobernador Mauricio Góngora, que de triunfar, tendría ya de por sí que enfrentar enormes retos en la administración estatal, como para arrastrar también los problemas del Ayuntamiento capitalino.

Que nadie se equivoque. Arlet no es ningún fenómeno electoral; no pertenece a ningún grupo del sur y ni siquiera apoyó a Mauricio Góngora cuando el popular ex alcalde estaba en busca de la candidatura, pues Mólgora Glover puso toda su lealtad en José Luis “Chanito” Toledo, con el cual asistía a todos los eventos y le alzaba la mano en señal de victoria. Mauricio no tiene ningún compromiso con ella y no tiene por qué cargar con la pésima imagen de la candidata chetumaleña.

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Ni siquiera se puede decir que es una digna representante de su género, ya que su imposición en todos los puestos de elección ha dejado a infinidad de mujeres capaces, con verdadera trayectoria política, sin oportunidades, ninguneadas, mientras Arlet, cuyos antecedentes políticos en el PRI son escasos, ha sido favorecida de manera ilógica.

La elección de este domingo se estaría definiendo con una diferencia de entre 5 a 7 puntos como máximo en los pronósticos más conservadores. De triunfar Mauricio Góngora -la tendencia marca que tiene grandes posibilidades- tendrá que legitimarse en la gubernatura, e iniciar un mandato con algunos Ayuntamientos en manos de la oposición e incluso un Congreso más plural podría ser una oportunidad más que un problema para el priista.

Mauricio necesitará un “bombero” para manejar la capital, que se encargue de neutralizar los problemas que se presentarán al cierre de la actual gubernatura. Chetumal está herido, sangrando, herida que amenaza con podrirse si el PRI se aferra a imponer a una presidenta que de política y finanzas ha dado muestras de que no sabe mucho.

La deuda municipal, el basurero, la inseguridad, la falta de empleos, los baches, el alumbrado, la recoja de basura, son algunos de los cientos de problemas que atraviesa el Ayuntamiento, que en manos irresponsables, arrastraría negativamente la imagen del nuevo gobernador.

Arlet como alcaldesa, podría convertirse en gasolina para un incendio, que al menor problema social que se presente en el municipio y sobre todo en Chetumal, provoque serios problemas a un eventual gobierno mauricista.

El PRI tiene que valorar muy bien sus opciones, y Mauricio Góngora debe saber que él tiene la sartén por el mango. Posiblemente sea mejor para él gobernar con un opositor de corazón priista en Chetumal, como Luis Torres Llanes, que con un “pasivo” como Arlet, que dicho sea de paso, de perder ganaría la oportunidad de cumplir los cientos de promesas que vertió en su pasada campaña a la diputación federal en la Cámara de Diputados.

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