Por Johana Acosta
En tiempos donde la derecha redobla su ofensiva —con distorsiones mediáticas, marchas financiadas y un discurso que intenta sembrar miedo donde antes había certidumbre—, a las mujeres y hombres de la Cuarta Transformación nos toca reafirmar algo esencial; la esperanza se defiende en comunidad y la unidad se construye en territorio. No con consignas vacías, sino con organización, conciencia y resultados que hablen por sí mismos.
Nuestra Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha demostrado que gobernar desde la razón y el humanismo es la mejor respuesta ante la estridencia conservadora. Mientras ellos levantan campañas de desprestigio, ella fortalece programas sociales, amplía derechos y consolida un país con igualdad como horizonte. Esa serenidad es profundamente transformadora, y también profundamente femenina, firme sin abandonar la empatía; técnica sin perder humanidad.
En Quintana Roo, esa misma visión toma forma con Mara Lezama, nuestra primera mujer gobernadora, quien ha demostrado que un gobierno cercano puede cambiar vidas. Esta semana, con la entrega del Paquete Fiscal 2026, volvió a quedar claro que aquí se gobierna sin improvisaciones y sin cargarle un peso más al pueblo. Un presupuesto sin nuevos impuestos, con un crecimiento del 9.8% respecto a 2025, y con recursos destinados a lo que realmente importa, el bienestar de las familias.
Ese presupuesto habla de nosotras.
Habla de un gobierno que pone en el centro a quienes históricicamente fueron relegadas: las mujeres, las comunidades rurales, las familias que sostienen este estado sin pedir nada a cambio. Habla de una visión humanista, transparente y con corazón feminista, que prioriza la seguridad, la construcción de paz, las obras que dignifican y los servicios que hacen la vida menos complicada.
Y en este noviembre, mientras recordamos el 25N, el presupuesto también se convierte en una postura política… cuando el Estado invierte en igualdad, en cuidados, en paz y en infraestructura que protege a las mujeres, también combate la violencia estructural. La justicia presupuestal es también justicia de género.
Pero nada de esto es suficiente si no cerramos filas.
La derecha quiere vernos divididos, cansados o distraídos. Por eso su narrativa es tan agresiva porque saben que un movimiento unido es un movimiento imparable. Nosotras y nosotros, como militancia, tenemos una responsabilidad histórica: defender la verdad, sostener la organización y fortalecer a las estructuras que cuidan cada voto y cada comunidad.
La unidad que necesitamos no es silenciosa ni sumisa.
Es una unidad crítica, consciente, valiente.
Una unidad que debate, que corrige y que avanza.
Una unidad que sabe que el territorio no se suplanta con discursos… se camina, se escucha y se honra.
Desde Morena en Quintana Roo, creo profundamente que este es el momento de mirar a nuestra militancia con respeto y escucharnos entre iguales. Es tiempo de abrir las puertas del partido, de reconectar con las bases y de abrazar la convicción que nos trajo hasta aquí: somos un movimiento que nace del pueblo y vuelve al pueblo siempre.
Frente a la mentira, organización.
Frente al ruido, conciencia.
Frente al odio, comunidad.
Frente a la violencia, unidad con perspectiva de mujeres.
La Transformación no está en riesgo está en nuestras manos.
Y lo decimos con claridad… seguiremos construyendo un estado donde la esperanza sea un derecho y no un privilegio. Unidas, unidos y en territorio. Porque lo que viene no se enfrenta con miedo, sino con la fuerza colectiva que hemos aprendido a tejer entre todas y todos.